jueves, 29 de enero de 2009

Revalorar la Historia

Juan Cristóbal León Campos

La Historia afronta desde hace mucho tiempo una creciente desvinculación con la sociedad por la manipulación que de ella hacen los gobiernos al servicio del capital. Hoy la mayoría de los historiadores –al igual que los otros investigadores sociales– se han conformado como un sector alejado del resto de la sociedad, de la cual extraen sus objetos de estudio sin retribuirles como corresponde, para luego obtener reconocimiento de las academias e instituciones científicas y mantenerse alejados de los problemas que realmente nos aquejan, acercándose acaso, únicamente para ensanchar el glorioso currículum amparados en la hipócrita “neutralidad” ideológica difundida por los intelectuales más reaccionarios.

La producción de libros, revistas y foros especializados no despiertan el mínimo interés en la sociedad. La causa de esto es la función que se le atribuye a la Historia. Es bien sabido que el Estado, como órgano regulador de las relaciones de clase y difusor de la ideología dominante, propaga la Historia según le conviene, seleccionando la información para comprender su Historia oficial. La Historia es enseñada como una simple serie de datos y crónicas ordenadas cronológicamente, y no, como el proceso de cambio y evolución de las sociedades producto de la praxis humana.

La falta de un conocimiento real de lo que es la Historia y todo lo que ella comprende, minimiza la posibilidad de interés en los sectores ajenos a las academias e instituciones de investigación, resaltando la idea generalizada de que la Historia no sirve para nada.

En este mundo regido por la economía de mercado y la lógica de ganancia por encima de todo, se valora el trabajo del hombre únicamente por la utilidad práctica que tenga. Por ende, el pensamiento y la reflexión critica se desechan por considerárseles inservibles, al mismo tiempo en que se ve a los historiadores como seres disfuncionales que no aportan nada útil a la sociedad.

En esta sociedad lucrativa la Historia no es rentable. Por eso en la enseñanza básica y media superior se recorta la instrucción de esta materia para que las disciplinas favorables al mercado sean estudiadas a fondo. Para beneficio del mercado han proliferado las universidades privadas, asegurando así, las demandas de fuerza de trabajo, mientras los gobiernos recortan a las universidades públicas los recursos económicos y obligan a la población a optar por la educación privada.

Como vemos, al menos son dos las opiniones contrarias a la Historia. Por un lado, la gran mayoría de los hombres y mujeres no ven utilidad personal en ella debido a la necesidad imprescindible de satisfacer primero las necesidades materiales de vida, dejando de lado la realización de las necesidades espirituales e intelectuales de los seres humanos. Por otra parte, los capitalistas niegan la utilidad económica-social de la Historia por no ser rentable en el mercado, aunque hagan uso y abuso de ella para legitimar sus acciones y perpetuar la dominación que ejercen sobre la mayoría de los pueblos.

Pero ¿cómo cambiar esta imagen que se tiene de la Historia? Lejos de cualquier respuesta o solución que propone que el historiador debe asimilarse a las modas de estudio dirigidas por los intereses privados que denigran toda preocupación social al acusarla de anacronismo o arcaísmo, es urgente mostrar a la sociedad el beneficio y las aportaciones a la solución de los problemas presentes que tiene el conocimiento histórico y la investigación social.

Se tiene que emprender la tarea de generar un conocimiento sólido de lo que hace el historiador y de para qué nos sirve conocer la Historia, pues evidentemente por más esfuerzos realizados, no ha sido suficiente, no es posible permitir renuncia alguna ante esta tarea por más complicada que se presente. La tarea debe ejercerse en todos los lugares y por todos los medios, para ello es necesario poner al servicio del conocimiento histórico la prensa, la televisión, la radio, el internet, etc., aunque esto afecte el orgullo de los puristas de la academia y no haga lucir los referentes curriculares.

Al mismo tiempo, debemos reconocer que no basta con esto, pues en una sociedad tan desigual la mayoría de la población no tiene acceso a estos medios y la mayoría del porcentaje que tiene acceso no los utiliza con fines de conocimiento, sino de relajación como sinónimo de enajenación.

La decisión del Alcalde de Mérida Cesar Bojórquez tomada hace más de un año de destituir al investigador Jorge Victoria del mando del Archivo Municipal de Mérida para colocar a un allegado a sus intereses, y que fue suplantado casi de inmediato por el joven historiador Emiliano Canto, quien a su vez, fue removido recientemente del cargo –a pesar su buen desempeño– para favorecer los intereses de Martiniano Alcocer, de su hija Ema Alcocer Méndez y de David Ortegón Zapata (nuevo encargado del Archivo) todos vinculados al ultraderechista ex Diario de Yucatán (órgano oficial del Partido Acción Nacional), junto con el indiscriminado descarte de cuarenta y nueve mil fotografías históricas de gran valor, por el simple hecho de no servir a los intereses del PAN. Esta es la muestra clara del desprecio al acervo cultural-histórico y a la investigación histórica que tienen los burócratas de azul. Es además la muestra de la manipulación que se realiza sobre la historia y las instituciones dedicadas a su difusión, con el objetivo de evitar el esclarecimiento de las acciones de los últimos años realizadas por los gobiernos pintados de azul, es en sí, una artera amenaza contra el saber histórico de nuestro Estado.

Debemos ser claros, aunque esta acción ha sido ejercida por un gobierno panista, no podemos engañarnos, pues la acción realizada no es irracional, sino que es el resultado de las necesidades que todo poder capitalista tiene de asegurar el dominio ideológico en detrimento de lo humano. Es deber de quienes apreciamos la Historia el denunciar y combatir cualquier atentado que se lleve a cabo contra nuestra memoria. Pugnemos siempre por un nuevo orden y aseguremos de esta forma que toda la sociedad pueda revalorar la Historia.

Tomado de Por Esto! 28 de enero de 2009

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