sábado, 27 de febrero de 2010

Raúl Pérez Gasque y la guerra sucia

Cristóbal León Campos

El asesinato de Efraín Calderón Lara “El Charras” y el movimiento Obrero-Popular que se desarrolla en Yucatán en 1973-74 han logrado permanecer en la memoria colectiva a pesar de la negación gubernamental y su exclusión en la historia oficial que se enseña y difunde al servicio de los poderosos.

Sin embargo, son muchos los capítulos de la Guerra Sucia en México que hasta el día de hoy permanecen ocultos. Uno de ellos que se desarrolla paralelo al asesinato de “El Charras”, es el concerniente a Raúl Enrique Pérez Gasque (a) “Alonso”.

Oriundo de Mérida Yucatán, nació el 8 de noviembre de 1947. Estudio la preparatoria en la Universidad de Yucatán (UDY) junto a Efraín Calderón Lara y otros destacados luchadores sociales e intelectuales yucatecos. Durante su juventud despertó a la participación política, dando sus primeros pasos en la oficialía mayor de la Sociedad de Alumnos de la preparatoria. Posteriormente realizó trabajo comunitario en varias poblaciones cercanas a Mérida y apoyó el movimiento estudiantil de 1968.

Al recrudecerse la represión del gobierno contra el movimiento estudiantil sacrificó su “vida normal” al pasar a la clandestinidad e incorporarse al Ejercito Insurgente Mexicano. Tiempo después fue parte de la fundación de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN). Participó en el núcleo guerrillero Emiliano Zapata, entró en combate con las fuerzas represivas del Estado en varias ocasiones. Realizó trabajo de inteligencia en la cañadas de Chiapas para los insurgentes, fue descubierto por el gobierno durante la Operación Diamante en 1974.

Fue detenido por ejidatarios y entregado al ejército el 21 de marzo de 1974 en Ocosingo Chiapas, inmediatamente fue trasladado al Campo Militar Nº 1 en la capital del país, donde permaneció detenido en manos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) hasta el 9 de abril del mismo año, se conserva como evidencia una declaración que realizó. Desde esa fecha su destino junto al de su esposa Elisa Sáenz Garza (a) “Murcia” (con quien fue detenido) permanece oculto.

La evidencia de las torturas y asesinatos realizados por los gobiernos a innumerables casos de luchadores sociales no permite suponer que su destino fuera diferente. Apenas en el año de 2001 la CNDH reconoció su desaparición forzada, quedando aún muchos aspectos por aclarar. Es una víctima más de la Guerra Sucia que han desarrollado los gobiernos mexicanos desde los años sesenta en contra de todo movimiento o persona que se rebela y organiza para luchar contra cualquier injusticia.

El esclarecimiento de éste y todos los crímenes que se han cometido en la Guerra Sucia es necesario para comenzar a establecer la justicia en el país y recuperar la memoria histórica que los poderosos pretenden robarnos. Transitar de la injusticia y la desigualdad a un orden social igualitario y justo es el deber que nos ocupa en el presente.

jueves, 25 de febrero de 2010

Invitación a la

Mesa Panel:

Efraín Calderón Lara:
Memoria histórica y conciencia social


Participan:

Mtro. Juan Alberto Bermejo
Mtro. Justo Gonzales
Mtro. Pedro Quijano
Antrop. Lillian Paz
Br. Alejandro Jurado


Exposición Fotográfica:

Movimiento social e 1973-74
A cargo de Cristóbal Acevedo y Claudia Vera.

20 hrs.
Fecha: Viernes 26 de febrero de 2010.
Lugar: Auditorio Principal de la Fac. de Arquitectura-UADY
Dirección: Calle 50 por 57 y 59, Barrio de La Mejorada.

domingo, 21 de febrero de 2010

Comunicado a los estudiantes de Yucatán

San Francisco de Campeche, Campeche,
a 20 de febrero de 2010
Siglo de la Revolución

Al Comité General de Estudiantes.

Los presos Sara, Joaquín y Don Lupe, agradecen las firmas en su apoyo y les dicen: “estudiantes nosotros también”.

Desde Campeche les saludamos los jóvenes que luchamos, los jóvenes que ya no queremos que estudien sólo los que puedan, sino todos los que quieran; los jóvenes que fuimos estudiantes y ahora pasamos a ser un punto más en la estadística del desempleo; los que somos explotados por los empresarios y los que mantenemos a la alta burocracia; los jóvenes que somos discriminados por vestir diferente, por pensar diferente, por ser indígenas, por ser campesinos, por ser obreros, por ser pobres, por opinar, por disentir, por luchar….

Recuerden que su lucha no debe nunca aislarse de las luchas de todos los que somos oprimidos en este sistema, que debe apoyarse de los obreros, de los campesinos, de los indígenas, de las feministas, de los homosexuales, de las amas de casa, de los niños, de todos y todas. Y recuerden que su lucha es para todos y todas los que no podemos protestar porque estamos encadenados a la fábrica, a la beca que amenazan con quitarnos si protestamos, al patrón que tiene miedo de vernos en las calles luchando, a los que no nos alcanza ni para transportarnos a 2 horas de distancia y estar con ustedes físicamente. Ustedes, los estudiantes, son la vanguardia y los representantes de todos los que queremos gritar ¡Ya Basta! y aún no podemos hacerlo… Asuman esa responsabilidad, por favor.

No claudiquen ante la amenaza de aumentar la tarifa de autobús, no claudiquen ante el intento de quitar los derechos a descuentos que como estudiantes tienen, no claudiquen ante las presiones de Ivonne Ortega, no claudiquen ante las sociedades de alumnos que no nos representan, no claudiquen porque los partidos ya no nos representan y si no nos representamos a nosotros mismos, nunca llegará la justicia social; no claudiquen, aunque sientan miedo y cansancio, no claudiquen.

Recuerden, estos momentos de sus vidas nunca los olvidarán, saboreen esa pulgada de libertad que están sintiendo ahora, saboréenla y vuélvanse adictos a ella, para que nunca más se apague la llama de la juventud que ha decidido luchar.

Afectuosamente, ¡hoy más que nunca, estudiantes todas y todos!

Atentamente.

Liga Juvenil de la Unión Proletaria “Hasta la victoria, Siempre”,
antes Juventud Comunista de México.
Adherentes de la Otra Campaña en Campeche.

domingo, 7 de febrero de 2010


Carta abierta a las y los estudiantes
que se organizan
Ustedes tienen la razón

Equipo Indignación

Nuestra Indignación está atenta a su lucha, la cual seguimos con admiración, respeto y en discreta alerta.

Hemos tomado nota del acoso policíaco que enfrentan; de los intentos de coartar la libertad de expresión, manifestación y de reunión; de la continua vigilancia que se traduce en hostigamiento… todo lo que un gobierno democrático no haría.
Pero… ¿Democracia? ¡Ja! Un gobierno democrático garantizaría a los estudiantes no sólo el transporte, sino todo lo necesario para asegurarles el acceso a la educación libre y gratuita.
Ustedes tienen la razón. Las y los estudiantes —TODOS— tienen derecho al transporte TODOS LOS DÍAS DEL AÑO y tienen, por supuesto, derecho a la protección de su información.
Cancelar el descuento en vacaciones y días festivos es una estupidez del tamaño de la ambición de los empresarios del transporte.
Con ese absurdo pensamiento pronto comenzarán los camioneros, como lo hacen ya ilegalmente los policías y militares en los retenes anticonstitucionales, a preguntar: ¿a dónde se dirige? Y condicionar el descuento al destino.
La ambición les hace ignorar que el descuento es una mínima acción para cumplir con la obligación de garantizar el derecho a la educación. El descuento, parcial o total, es para que las y los estudiantes —TODOS Y TODAS— puedan dedicarse de tiempo completo a sus estudios, independientemente de la situación económica de sus familias y de la relación que tengan con ellas.
Aun así muchas y muchos estudiantes, por este desastre que es México, tienen que trabajar y sostener a sus familias… e incluso dejar de estudiar. En otros países las acciones incluyen, además, garantizar a todos los estudiantes un ingreso económico.
En realidad, tendríamos que cambiar el país para acabar con la desigualdad y garantizar todos los derechos a todas las personas. Ahí están los pueblos indígenas haciendo eso, desde abajo.
No son pocas ni pocos los jóvenes que “abandonan” la escuela por el costo del transporte (Es curioso. Más bien la escuela los abandona. La mayor parte de ellos quería seguir estudiando).
El costo del transporte es uno de los principales obstáculos para acceder a la educación. En Mérida, 46 pueblos mayas rodean y forman parte del municipio. En la mayoría de ellos no hay secundaria o sólo hay telesecundaria, casi en ninguno de ellos hay preparatoria y, por supuesto, en ninguno hay universidad (es decir, no hay para los propios habitantes de las comisarías, aunque alguna universidad se encuentre por ahí y, en ese caso, su trabajo es limpiarlas). En varios la primaria se ofrece mediante el esquema de “aula única”.
Y esto es Mérida. Los 105 municipios restantes de Yucatán están en condiciones aun más difíciles, viviendo la permanente violación a sus derechos económicos, sociales y culturales.
El gobierno de cualquier país democrático del mundo entendería que, si no puede garantizar secundaria o preparatoria en cualquier población, está obligado a costear el transporte para que las y los jóvenes de ese pueblo tengan acceso a la educación en igualdad de condiciones. Y no estamos hablando de un descuento, sino de absorber el costo total. Si no, ese gobierno incurre en discriminación.
En vez de cumplir sus obligaciones, atender la desigualdad y eliminar la discriminación, vemos sucederse uno tras otro a gobiernos que, sean del signo que sean, lloren o no al hablar de la pobreza, obstaculizan el acceso a la educación para beneficiar a los empresarios del transporte, abusan de sus funciones requiriendo información, llegan a activar represalias contra disidentes e incluso a reprimir.
Indignación —como ustedes, estamos seguras— no olvida el 13 de marzo ni la impunidad que regalaron a manos llenas el gobierno estatal y el Ayuntamiento de Mérida. Desde arriba, la estrategia fue tan clara como antigua: Infiltrar y provocar para reprimir y así desalentar cualquier manifestación.
No podemos dejar de mirar y admirar, entonces, el movimiento que están levantando a favor de las y los estudiantes y, acaso, lo decimos con cauteloso optimismo, a favor de un futuro más digno para la península, sobretodo en estos tiempos en que gobierna la torpeza autoritaria que exige halagos y reprime o esconde críticas.
Las y los estudiantes vuelven a ser quienes convocan a pensar y a organizarse y desafían lo establecido. Con su protesta dibujan también el país que queremos: uno en el que la educación sea para todas y todos; uno en el que la diferencia se respete y no signifique desigualdad; uno en el que los derechos sean eso, derechos, y no privilegios de quienes puedan pagarlos.
Además de tener la razón, observamos un movimiento creativo, pacífico y organizado que, con habilidad y carácter, distingue y se deslinda de los intereses ajenos o contrarios a los suyos. Compañeros, ustedes ya ganaron esta batalla.
¿Qué gobierno sería capaz de obstaculizar el estudio a los estudiantes? Sólo uno verdaderamente ignorante y contrario a los intereses de su propio pueblo.
Al observar su insistente, organizada y festiva movilización, no podemos menos que sonreír con la certeza: ustedes ya ganaron.
El movimiento que están levantando, de acuerdo con nuestra modesta opinión, está contribuyendo a ampliar la conciencia sobre los derechos y a hacerlos efectivos. Y esto no puede más que alegrar y entusiasmar nuestra Indignación, que está, por supuesto, en alerta.

jueves, 4 de febrero de 2010

De nuevo San Lucas y Carranza

Jorge Cortés Ancona

La infinita terquedad camionera no reconoce las protestas sociales y en vez de tender puentes, prefiere ahondar más las brechas. Uno creería en la sensatez de que si se tiene problemas con un sector de la población, peor aun, con uno adormilado desde años que es el de los estudiantes universitarios, tendríamos que tratar de que haya los menos roces posibles.

Pero vemos que la voluntad es muy pobre y que se sigue pensando en términos puramente de ganancias económicas sin considerar las condiciones sociales y educativas de los jóvenes.
Aunque un estudiante sea protegido económicamente en lo sustancial por sus padres, no lo puede ser en todos los aspectos. Dudo mucho que en la actualidad haya más de un 5% de familias tan boyantes como para absorber todos los gastos básicos de sus hijos, así que a cualquiera le viene bien un descuento.

En los dos últimos años de mi carrera, hace más de 20 años, sólo les pedía a mis padres la cantidad exacta para mis camiones de siete días, considerándola en términos del descuento existente en ese entonces. Ni los taxis colectivos (combis) ni los minibuses tenían la obligación de dar descuento, que sólo correspondía a los viejos y destartalados camiones, así que era frecuente que llegara yo muy tarde a mi casa (el horario era vespertino-nocturno) por esperar con toda paciencia al único tipo de transporte que me permitía mi escasa economía personal.

Por ello, cómo no voy a ser solidario con la petición de los estudiantes en estos tiempos de crisis. La conciencia me obliga, ya que ellos protestan por algo que me ha tocado y sigue tocando vivir.
Nada ha cambiado desde hace décadas en este problema que se arrastra desde que estaba en manos del municipio de Mérida y se ha agravado en años recientes debido a que el porcentaje de ancianos ha aumentado notablemente.

Los choferes de la mayoría de los vehículos de transporte urbano siguen sin darles parada a los adultos mayores, y en caso de que descienda alguna persona procuran cerrarles bruscamente la puerta sin importarle el perjuicio que ocasionan al anciano usuario.

Esta situación puede verse en cualquier punto de la ciudad, y para colmo a las puertas de los hospitales y clínicas donde pasan las rutas de Circuito Colonias, Circuito Poniente, Pensiones, etc.
Los estudiantes se siguen quedando en bloque con la mano colgada y en el interior los servicios siguen siendo pésimos en materia ergonómica. Hay autobuses cuyo espacio de entrada y salida de pasajeros es tan estrecho que resulta un milagro para los obesos y para quienes cargan niños o bultos (o las dos cosas, que es muy frecuente). No hay una conciencia de la peligrosidad que implica el ascenso y descenso en los paraderos de ruta.

Y las burlas a los usuarios son recurrentes, como la que se da en los autobuses de las rutas San Lucas y Carranza. Se sube uno confiadamente en pleno trayecto, pensando que se trata de San Lucas y al cabo de un rato se da uno cuenta de que la ruta es Carranza, lo cual obliga a bajar de inmediato y emprender una no muy corta caminata.

¿El chofer del falso San Lucas? Hablando por celular y acelerando en determinados tramos a una velocidad mayor de la permitida. He reportado a la empresa esta falta de señalamiento algunas veces, pero sabemos que toda queja de los usuarios es inútil en este aspecto del transporte. Tal parece que les es muy difícil colocar en el exterior del autobús y también adentro los letreros que indiquen la ruta real.

El transporte público es un servicio obligatorio concesionado, pero lo que campea son el cinismo y la falta de respeto a los ciudadanos, la falta de solidaridad con nuestra sociedad yucateca.