lunes, 30 de mayo de 2011

Sobre la Secundaria Carlos Marx

Cristóbal León Campos


La herencia educativa dejada por la Revolución en sus años iniciales fue continuada con fervor, durante la década de los años 30, en el período presidencial del general Lázaro Cárdenas, quien implantó la Educación Socialista en todo el país.


Esta corriente educativa, abrió una renovada fase de discusión y reflexión sobre la mejor forma de cubrir las necesidades educativas de la población. Esto brindó al magisterio, los elementos necesarios para continuar su papel como agente de transformación social y de mejoramiento en la calidad de vida de todos los pobladores.


En nuestro Estado de Yucatán, esto se ejemplifica con las innovaciones educativas producto de la Revolución, que junto al deseo ferviente de la población yucateca por acceder al conocimiento, permitió la apertura de cientos de centros escolares en las zonas más necesitadas de la entidad.


En el Puerto de Progreso, como producto de la demanda social realizada por las agrupaciones de trabajadores, la Cámara de Comercio, las Juventudes Socialistas, las logias masónicas, y demás sectores progresistas, se consiguió la aprobación y apertura de una escuela secundaria, cuya necesidad era imperante, por el rápido crecimiento de la población estudiantil que deseaba continuar con la educación recibida a nivel primaria. Estudiantes que se veían obligados a migrar a la ciudad de Mérida para consumar su anhelo, o en el peor de los casos, debían resignarse a abandonar los estudios por la falta de recursos económicos para realizar tal travesía educativa.


En esta noble gestión por el bien de la comunidad progreseña, se recuerda con cariño la participación de Guillermo Urcelay González, entonces Presidente de la Cámara de Comercio de Progreso; Arturo Iturralde Barrera y Gaspar Díaz Guirola, miembros del Comité Municipal de las Juventudes Socialistas.


Con la respuesta positiva del gobernador interino Fernando López Cárdenas, el Puerto de Progreso se vistió de gala, al inaugurarse el 22 de mayo de 1936 la Escuela Secundaria “Carlos Marx”. El nombre de la escuela nos remite sin duda al pensamiento progresista que en esos años existía en las discusiones educativas, fomentado en gran parte por el profesor Antonio Betancourt Pérez, quien era conocido por su apego al marxismo y fungía en esa época como director de Educación Pública del Estado.


El primer director de la primera secundaria fundada en el interior del Estado, fue el profesor César Priego Broca, y como secretaria estuvo la maestra Aurora Carrillo Cirecol. Junto a ellos, hay una larga lista de maestros que han entregado su vida en este plantel educativo, y que son recordados con mucho aprecio por las generaciones que recibieron el beneficio su trabajo; entre todos estos maestros, podemos destacar a la profesora Carmen Iturralde Barrera y al profesor Ernesto Solís Puente.


La profesora Carmen Iturralde Barrera comenzó sus estudios en el barrio de Santa Ana de la ciudad de Mérida, y los continuó en la ciudad de Nueva Orleans en los Estados Unidos, donde cursó ocho años de educación primaria y cuatro de Highschool; en 1932, al regresar a Yucatán, fundó una Academia particular de inglés. Al fundarse la secundaria “Carlos Marx” fue designada maestra de dicho centro educativo, cargo en que laboró por cuarenta y dos años ininterrumpidos.


Su recuerdo es conservado con gran aprecio, pues se destacó en sus años de servicio, por su eficiente cumplimiento de la profesión y por los lazos de afectividad que tenía con los alumnos, llegando a ser, su amiga y confidente.


Conocida cariñosamente como La “Teacher”, recibió numerosos reconocimientos, diplomas y medallas, que con orgullo conservó, siendo la muestra del respeto y admiración que la sociedad de Progreso le profesaba.


En septiembre de 1977, se vió obligada a jubilarse por sus padecimientos cardíacos quedando en el recuerdo de sus compañeros los profesores Sara Encalada de Basulto, Haroldo Pacho Vega, Carmen Ferráez Méndez, Numidia Acereto Llañes, Ernesto Solís Fuente y Nivea Rubio.


Por su parte, el profesor Ernesto Solís Puente, nacido en la ciudad de Mérida el 16 de septiembre de 1916, inició sus estudios primarios en el Instituto Alcalá y Alcalá, continuando en la Secundaria Adolfo Cisneros Cámara. Estudió artes plásticas en la escuela de Bellas Artes.


Durante los años de 1930 a 1936 estudió dibujó y escultura, tuvo el gusto de ser alumno de los maestros Modesto Cayetano, José Aguilar y Enrique Cervera, y de modelado de Manuel Cachón y del italiano Alfonso Cardone.


Se destacó como dibujante, profesión que desarrolló en el estudio del señor Ignacio Rubio. Fue maestro de dibujo y modelado de la Escuela Secundaria “Carlos Marx” desde su fundación. Llegó a ocupar los cargos de Secretario y Subdirector del plantel.


En 1937 fundó el Instituto Obrero de Extensión Cultural de las Juventudes Socialistas de Progreso. En 1946 se retiró del Instituto Cultural para colaborar como dibujante en la Dirección de Obras Marítimas de Salina Cruz en Oaxaca. Fue socio de la Cámara Junior de Progreso y en el año de 1957 lo designaron presidente del mismo organismo.


El maestro Solís Puente fue uno de los primeros muralistas en el Puerto de Progreso, coordinó un mural en el local inicial de la Secundaria “Carlos Marx” (hoy Sector Naval). Este mural ocupó la pared de entrada, también pintó en ese mismo local, la historia de Yucatán con personajes como Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto. Desafortunadamente de esta obra de arte sólo quedan fotografías, pues fue destruida por la inconsciencia de los cambios de gobierno. Además, entre sus legados destacan unos apuntes y esculturas de Carlos Marx y de Apolo.


El 27 de diciembre de 1983 se realizó la ceremonia fúnebre en su honor en la ciudad de Mérida.
Alvarado y el magisterio yucateco

Cristóbal León Campos


Al iniciar el siglo XX, la vida en el estado de Yucatán era desigual. Por un lado, se encontraba la clase alta conocida como la “Casta Divina”, dueña de la producción del henequén de las haciendas que le permitía acumular grandes cantidades de dinero y controlar la economía y la política del Estado. Por el otro, las grandes capas de la población de origen maya, hombres y mujeres que sobrevivían en difíciles condiciones por la falta de recursos económicos y por el extenuante trabajo que realizaban en la haciendas. Aunque tenían a su cargo el cultivo y la producción del henequén, no gozaban de su riqueza.
En esa época, Yucatán era uno de los estados más ricos del país, pero también uno de los que tenía mayor grado de injusticia. La situación en todo el país era de crisis social por el resultado de las políticas del gobierno de Porfirio Díaz, que llevó a la gran mayoría de la población a vivir en pobreza y desigualdad, provocándose además un gran rezago educativo. El analfabetismo era la característica común entre los pobladores de las comunidades rurales y urbanas. Esta falta de justicia social originó un fuerte descontento que desencadenó la Revolución Mexicana en 1910.
El triunfo revolucionario abrió un nuevo camino para el desarrollo y el bienestar de la gran mayoría de la población. Se implementaron cambios radicales en todos los ámbitos de la vida y fue la educación el pilar y el soporte de la nueva sociedad que comenzaba a construirse. La llegada del general sinaloense Salvador Alvarado a Yucatán ―1915-1918― marcó el inicio de una nueva época en esta materia. En 1915 decretó la Ley General de Educación Pública, que establecía la enseñanza primaria como obligatoria y laica, así como la fundación de escuelas rurales en cada comunidad marginada. En un período de dos años, se fundaron más de mil escuelas en las que once mil yucatecos aprendieron a leer y a escribir. Alvarado otorgó un reconocimiento necesario a la labor del magisterio; más de dos mil maestros se formaron y se dedicaron a trabajar en las zonas necesitadas en la campaña de alfabetización implementada por la Revolución.
El gobierno de Alvarado encontró el ambiente propicio para sus reformas educativas, pues desde antes de su llegada un grupo nutrido de profesores, en el que destacaron Eduardo Urzaiz Rodríguez, Rodolfo Menéndez de la Peña, Albino J. Lope, Agustín Franco Villanueva, Manuel sales Cepeda, Santiago Pacheco Cruz y José de la Luz Mena, entre otros, dedicaba horas después de las aulas al estudio y a la propagación de las variadas corrientes del pensamiento pedagógico. Las ideas de cambio que la Revolución introdujo en la educación fomentaron discusiones importantes sobre el futuro de la enseñanza. En septiembre de 1915, bajo el apoyo del gobernador Alvarado, se organizó el Primer Congreso Pedagógico. La educación mixta, junto a la Escuela Racionalista, fueron los temas más discutidos.
El 16 de septiembre al finalizar el Primer Congreso Pedagógico, Salvador Alvarado pronunció un discurso dirigido al magisterio, en el cual, lo alienta para cumplir el que consideraba era el más grande deber de la Revolución: “Ustedes traicionarán a la Patria, si no cumplen con su deber; al maestro está encomendada la redención del pueblo y para ello no deben escatimar ni energías ni oportunidad que yo, por mi parte, lo abandono todo para hacer girar el volante del Progreso que tiene como eje la educación primaria. La mejor política; de un gobierno es la protección a la escuela y al maestro, es mi política, contad con ello”.
Con la misma fuerza y seguridad les encomienda la tarea a realizar con su accionar pedagógico por todo el Estado: “la cuestión palpitante, la cuestión capital, es la cultura del niño; ese es el problema nacional y ustedes son los estadistas encargados de darle solución”.
Con la seguridad de que en la niñez esta el porvenir del país, y de la necesidad de que el magisterio se comprometa con la sociedad, contribuyendo a enmendar el daño causado por tantas décadas de abandono Alvarado sentencia con su sapiencia de estadista: “Hecho grande el maestro, recoja su escudo y tiéndale la mano al analfabeta, sacándole de la ignominia, de su ignorancia, como dijera el señor profesor Menéndez, porque, de otro modo, seréis culpables, señores, si por vuestro abandono deja de salir de los campos o de los pueblos un Juárez, un Altamirano o un Ocampo de los muchos escondidos en el mundo de los olvidados”.
Las sabias palabras del general sinaloense, a pesar de que fueron pronunciadas a principios del siglo pasado, mantienen hoy una enorme vigencia, por ser unos de los pendientes más importantes el otorgar educación a cada niño del país, y por ser el magisterio quien a su cargo tiene tan importante deber, el cual, debe ser cumplido con el compromiso que nuestros tiempos reclaman y sin claudicación, con la seguridad de que se está contribuyendo a conformar el país que tanto queremos.

Detener los tarifazos del espurio


Cristóbal León Campos



Con su acostumbrado cinismo el gobierno espurio de Calderón anuncia que ha creado 700,000 empleos durante el año pasado. La realidad es que apenas y se acercan a la tercera parte de la necesidad de nuevos empleos en los últimos años, sobre todo debido al ingreso de los jóvenes al mercado laboral. Incluso, el mismo gobierno espurio, ha reconocido que del 2007 al 2010, la cifra de personas desempleadas creció más de un millón, misma cantidad que creció el llamado sector de trabajo informal.



Por si el cinismo fuera poco, el 2011 ha comenzado con el aumento de precios y tarifas. Nuevos gasolinazos están provocando el incremento de los precios de productos de la canasta básica en todo el país y es aprovechado por las grandes empresas y las cadenas de autoservicio para aumentar sus precios. Sólo basta recordar que en los últimos cuatro años, la gasolina y el diesel han elevado su costo en más del 30%. Dando como resultado, que en varias partes del país se han aumentado las tarifas del transporte, y muchos gobiernos estatales y municipales incrementaron prediales, tenencia, agua potable, entre otros. Además, los aumentos a la electricidad y el gas se suman al torbellino que afecta directamente el bolsillo de la población.



La terquedad de mantener el sistema económico neoliberal por parte del espurio, sólo provoca la agudización de las condiciones de vida para el pueblo mexicano, y garantiza mayor riqueza para los empresarios dueños del sudor de los trabajadores. Pero al mismo tiempo, va creando poco a poco las condiciones sociales necesarias para la organización de la resistencia y la conformación de una nueva forma de gobierno en México.



Como menciona el analista Pablo Oprinari: “Distintos economistas vinculados al gobierno –espurio- se congratulan de que en el 2010 la economía creció un 5% y que eso continuará en el 2011. Pero ese crecimiento fue el resultado, después del hundimiento (-6%) del 2009, del incremento de las exportaciones a los Estados Unidos (petroleras y también de las zonas maquiladoras) y dependió estrictamente de la demanda yanqui. Esos datos “macroeconómicos” no supusieron, ninguna mejoría para la condición de las mayorías obreras y populares del país; el crecimiento del PBI se hizo sobre la base de la explotación y la miseria de los trabajadores. Para el 2011, el panorama es menos alentador, ya que se prevé un crecimiento del 3,4%, lo cual dependerá nuevamente de la demanda norteamericana, y, por lo tanto, sujeta a la economía mexicana a los ritmos de Estados Unidos, que en los últimos años estuvo en el centro de la tormenta financiera internacional. Un nuevo ramalazo de la crisis en EE.UU., arrojará a la economía de México a un nuevo pozo, y eso, como ya sabemos, será pagado en primer lugar por los trabajadores y sus familias. Mientras tanto, los bajos salarios y la creciente inflación afectan duramente el nivel de vida de las masas trabajadoras”.



En diferentes estados de la República, diversos sectores de la población se manifestaron contra los aumentos. En amplios sectores de los trabajadores y de la población pobre, crece el descontento con el gobierno. Para los panistas en el gobierno, todo se resuelve aumentando la carga sobre nuestras espaldas. Pero los trabajadores y el conjunto de la población que resiente la inflación y los bajos salarios, la única salida es la organización y movilización para luchar por nuestros derechos. Los sindicatos, junto a las organizaciones campesinas y populares, deben dejar a un lado las diferencias y los intereses de partido, para organizar la defensa del salario y contra la carestía de vida. Es la única forma de mostrar que están a favor de poner fin al sufrimiento del pueblo y de que la crisis la paguen quienes la provocaron. En Yucatán, se van dando los primeros pasos, pero falta liberarse de los intereses particulares y de partido, para lograr conformar un movimiento popular. Los trabajadores y el pueblo en general deben responder exigiendo un alto a los aumentos de las tarifas y la inflación, y luchar por un aumento salarial para todos los trabajadores.